La IRM o “Imagen por resonancia magnética” es una técnica relativamente reciente basada en las propiedades electromagnéticas de los núcleos atómicos.
El paciente se ubica en el centro de un imán de alta potencia, el que fuerza a los núcleos de los átomos de hidrógeno de su cuerpo a alinearse con el campo magnético.
Una onda de radio, ortogonal al campo principal, se envía para excitar los átomos de hidrógeno, los que entran así en resonancia. Durante esta fase, los núcleos de los átomos de hidrógeno absorben energía.
Entonces, se apaga la fuente. Los átomos de hidrógeno retornan a su posición inicial, restituyendo la energía acumulada en forma de una nueva onda de radio.
Es esta onda que se reenvía desde la materia la que es detectada y luego analizada por un ordenador para transformarla en una imagen.
La energía emitida por un solo átomo es extremadamente débil, pero el hidrógeno está presente en cada molécula de agua. Y el agua representa alrededor del 70% de nuestra masa corporal.
Se produce así un efecto acumulativo que explica la calidad excepcional de las imágenes de IRM.
El paciente debe primero quitarse todo objeto metálico. Si tiene un marcapasos, o pernos metálicos, no podrá realizarse el examen.
El paciente se acuesta sobre la mesa de examinación y una antena se ubica alrededor de la región a estudiar. La mesa se introduce completamente en el túnel.
Los electroimanes se activan para generar un fuerte campo magnético, al cual se le superpondrá una onda de radio emitida por la antena.
Luego, esta misma antena va a servir para captar la señal reenviada por los átomos cuando cesa la emisión.
Se realizan varias secuencias, cada una de entre 2 y 5 minutos.
El paciente debe mantenerse completamente inmóvil. Este examen es completamente indoloro.
La realización de varias secuencias permite explorar prácticamente todos los tejidos, a condición de que contengan agua. La IRM no está por lo tanto bien adaptado al estudio de los huesos.
En esta lámina de IRM cerebral se puede notar la excelente resolución y contraste de las imágenes obtenidas.
Es posible realizar cortes en todos los planos del espacio. El tratamiento informático permite, como en el caso del scanner, reconstruir una imagen tridimensional.
La IRM ha permitido avances significativos en el diagnóstico y seguimiento de enfermedades neurodegenerativas.
En efecto, las lesiones del tejido nervioso aumentan la proporción de agua, lo cual se traduce en una hiperseñal.
En esta imagen del cerebro, podemos ver regiones más claras que, aunque no necesariamente, podrían corresponder a placas de desmielinización que se observan en la esclerosis múltiple.
La precisión de la imagen se puede aumentar inyectando un medio de contraste, el gadolinio.
Esta otra lámina muestra zonas degenerativas que se pueden atribuir a la enfermedad de Alzheimer.
Pero en este caso, la IRM sirve sobre todo para descartar la posibilidad de otras enfermedades, como por ejemplo de un tumor cerebral.
La IRM funcional es una aplicación de la IRM al estudio del cerebro.
Nos permite monitorear la actividad de una región del cerebro mediante la observación en tiempo real de variaciones en la oxigenación de la sangre, o más específicamente de la hemoglobina.
Es en efecto la hemoglobina la que transporta y transfiere a los tejidos el dioxígeno que capta en los pulmones. La oxihemoglobina se transforma así en desoxihemoglobina.
La desoxihemoglobina reacciona con el campo magnético y produce una señal visible sobre las imágenes. Podemos así identificar las regiones del cerebro involucradas en una actividad dada y detectar eventuales anomalías.
La radiación electromagnética utilizada en la IRM es indolora y no presenta ningún riesgo para la salud. Pero se deben tomar ciertas precauciones dada la intensidad del campo magnético. No puede haber ningún objeto metálico en la sala de examinación y tanto el paciente como el personal no pueden portar ni anillos ni collares, ni siquiera maquillaje.
Debido a esto, este examen está absolutamente contraindicado para pacientes con prótesis metálicas (válvulas cardiacas u otras prótesis ortopédicas) o marcapasos.
Es un examen relativamente largo que dura de 15 a 45 minutos. Es ruidoso y puede generar problemas en las personas claustrofóbicas.
Se pueden disminuir esos inconvenientes prescribiendo tapones para los oídos o sedantes.