Las fuentes de agua pura son poco comunes. Para ser potable, el agua del grifo debe pasar por una serie de tratamientos de purificación antes de ser distribuida al consumidor.
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El agua pasa primero a través de filtros que la libran de los residuos más grandes, como las hojas, objetos plásticos, etc.
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Las partículas coloidales (es decir, las muy finas como la arcilla) son neutralizadas al agregar una sal metálica. Éste es el proceso de coagulación (…) Luego, con ayuda de un polímero, pasan por un proceso de agregación. Ésta es la floculación.
Los flóculos resultantes decantan hacia el fondo del tanque. Este proceso se lleva a cabo bajo agitación lenta, de hecho, mucho más lenta que en la animación.
Las partículas más pequeñas se remueven mediante filtración, usando una cama de arena o de antracita que contiene bacterias ¿Por qué bacterias? Para que digieran las partículas orgánicas que tanto les gustan.
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En esta etapa el olor, gusto y color del agua todavía dejan mucho que desear: Se utilizará ozono para hacerse cargo de esto. Éste eliminará además los gérmenes patógenos y los micro-contaminantes, como los pesticidas.
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Una última filtración usando carbón activado remueve hidrocarburos y nitratos.
Para terminar se agrega cloro, a fin de mantener bajo control el nivel de microbios hasta que el agua llegue al consumidor, luego de pasar por tuberías y reservorios. Una planta debe producir alrededor de 100.000 m3 por día para suplir a 500.000 habitantes. Pero tener agua potable de grifo no es fácil. A pesar de la utilización de tecnología de punta, a veces el agua producida no es adecuada para su consumo, como puede suceder durante una crecida.
Los sitios de producción son así zonas sensibles y protegidas. El agua es un recurso que se mantiene bajo alto nivel de vigilancia.